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Sueños que no queremos soñar. Clase 2 (13/04).

Anabela Carcagno.
Taller de expresión I- comisión 56.
Santiago Castellano.

Actividad:

  • Cambiar de género el primer sueño contado en clase.

Trabajo individual, original.

Título: Sueños que no queremos soñar.



Una y otra vez, se repetía la ocasión. Cada vez que pasaba tiempo con mi familia, vivía con el miedo constante de que ocurra otra vez.

No podía imaginarme que más quería de nosotros. Había robado cosas, roto autos y hasta había golpeado a mis hermanos. Nadie sabía que estaba pasando, si era un tema personal con mi familia o que buscaba.

Todos le tenían miedo, y no podíamos llamar a la policía porque ni siquiera aparecía.

Era el cumpleaños de mi hermana y con mis hermanos, mis papás y mi abuela, nos juntábamos a cenar como de costumbre.

Hasta que escuché nuevamente su voz y sus gigantes y pesados pasos.

Sin pedir permiso  y como de costumbre apareció este ser tan despreciable en la puerta de mi casa. 

No dudé y corrí a esconderme. Le tenía tanto miedo que me temblaban las piernas. 

Todos nos escondimos en algún lugar de la casa, pero la única que se quedó sentada en la mesa como si nada pasara, fue mi abuela.

Lo primero que hizo fue tirar abajo la puerta de entrada y agarrando del cuello a mi hermano y a los gritos, repetía nombres una y otra vez.

¿Qué hago? -pensé-, ¿me quedo escondida sin saber que le puede hacer a mi hermano o voy sin saber qué puede hacerme a mi?

Comenzó a dar pasos por la casa, derrumbando todo objeto o persona que se anteponía ante él. Cada vez lo sentía más cerca. Comencé a desesperarme  y mi respiración se agitaba más y más.

Cuando lo tenía muy cerca mio, escucho un grito de mi abuela diciéndole a este individuo: “¡No te acerques a mi nieta!”.

Él retrocedió y agachó la cabeza.

De un momento a otro, nadie sabe cómo, el increíble y enorme ser, estaba sentado en la mesa de mi casa, tomando un café que le había servido mi abuela y charlando con ella.

Mis hermanos y yo, al ver que estábamos fuera de peligro, dejamos de escondernos y nos acercamos lentamente a la mesa.

La abuela nos miró, y nos dijo: “Como ustedes sabrán, no es la primera vez que este “hombre” viene a nuestra casa, también debo decirles que todas las veces que lo hizo yo me encontraba durmiendo o fuera de la casa, pero él lo único que quería era encontrarme a mi”.

Sorprendidos nos miramos y la abuela agregó: “por último pedirles disculpas por cómo entra a casa y rompe todo, él no se puede controlar, pero yo lo quiero mucho” y luego de terminar el café, se besaron delante de todos.

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