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La esquina de mi casa. Clase 6 (11/05).

Anabela Carcagno.
Taller de expresión I- comisión 56.
Santiago Castellano.
Actividad: Sacar foto a una esquina de casa y anotar las cosas que ven, las diferencias en la luz, el clima, las personas que pasan (pueden realizar hipótesis de quiénes son o a dónde van), el tránsito, los animales, los edificios/casas, las plantas.
Trabajo individual, original.
Título: La esquina de mi casa, Italia al 1800.

La esquina de mi casa es bipolar.

Hay días que está muy llena y otros muy vacía. Los días de verano renacen los colores brillantes y los enormes rayos de sol pegando en las ventanas, es más que una linda sensación. Los días que llueve y se cae el cielo, se puede ver como pelean los paraguas que cada señora lleva por encima de su cabeza, para ver quién pasa primero, apuradas por no mojarse más de lo planeado.

La esquina de mi casa y yo nos parecemos mucho. A veces necesita de la soledad para esconderse en un rinconcito para luego volver a aflorar, a veces requiere de que tan solo una persona pase y la visite para no entristecer. 

La esquina de mi casa tiene sus días, sus humores, y en eso también nos parecemos.

Habitada por muchedumbre que entra y sale del hospital, esperando siempre una nueva noticia, un parte o alguna novedad que transforma su cara para el resto del día, o tal vez, para el resto de sus vidas.

Tantas cosas vi en la esquina de mi casa. Gente saltando en una pata de alegría por un alta, por volver a casa, pero también he visto familias destruidas del dolor, invadidas por el llanto y un informe que nunca quisieran haber escuchado. 

Cada vez que eso pasa, una puntada en el pecho llega a mi, y la comprensión que siento por esa familia está realmente presente al momento de recordar que yo también viví esa situación y para nada la recomiendo.

La esquina de mi casa no tiene semáforos, aunque debería tenerlos. Lleno de autos que llegan corriendo al hospital, ambulancias que aturden con la sirena y algún que otro maleducado, que pasa en rojo o aprovecha de las urgencias del otro, hay pocos pero lo hay.

En la esquina de mi casa surgen frecuentemente muchas preguntas: ¿Dónde queda el hospital? ¿Cuánto falta para llegar a la estación? ¿Y para Maipú?

Una esquina de viejos, me han dicho muchos amigos y efectivamente lo es. Un barrio con mucha historia, lleno por niños y adolescentes que dejaban las puertas abiertas de sus casas para jugar todos los fines de semana con sus vecinos. Adolescentes que se convirtieron en padres y luego en abuelos, y que esos fines de semana que salían a jugar hasta la noche, se convirtieron en domingos con una hermosa y larga mesa llena de comida esperando a la familia entera disfrutar de un asado o unas pastas.

Viví toda mi vida en la casa donde actualmente lo sigo haciendo y por lo tanto, me rodean las mismas cuatro esquinas desde que tengo uso de razón. Me conozco de memoria cada rincón que las componen.




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