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Borrador de crónica.

Anabela Carcagno.
Taller de expresión I- comisión 56.
Santiago Castellano.
Actividad: Borrador de crónica.
Trabajo individual, original.
Título: Crónica de un amor que lo fue todo.


Un día antes.

Es viernes, ayer salimos a cenar, ya no recuerdo qué, pero me buscaste por el laburo y dormimos juntos, Khala, vos y yo.

No es que presienta las cosas, pero esa noche, aunque no te lo dije y no te enteraste, me dormí llorando mientras me abrazabas.

Te levantaste 5am, me dijiste te quiero y te fuiste a trabajar. Yo me quedé durmiendo con Khala y unas horas más tarde me levanté, otra vez, llorando.

Ese día me sentía pésimo. No me podía levantar de tu cama. Khala siempre mi compañera me lamía la mano y me daba besos entre lágrimas y mocos.

Ese día te escribí, te conté mucho de lo que me pasaba, la facultad y mi constante estrés por exigirme demasiado, el laburo, etc. Pero no te podría decir que estaba mal porque estábamos mal.

Hace mucho veníamos mal, y vos medio que venias ignorándolo, esperando que yo no te corra como siempre para hablar las cosas.

En fin, ese día te escribí, y tu única ingenua respuesta fue: "ya fue gordi, relajá, fumate un porro y ya vas a estar bien".

Yo no pretendía mucho de vos, no quería que dejes de trabajar ni mucho menos solo para darme un beso y un abrazo, pero lo único que pretendía era que estés un poco a mi lado.

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Es sábado, ninguno de los dos trabajamos y quedamos en merendar.

Desde el minuto uno en que empezamos a caminar juntos estábamos irreconocibles. Rejuntabamos una cantidad de enojos, quejas hacia el otro y guardábamos mucho por hablar.

Merendamos y la conversación fue la misma de siempre, pero con mucha angustia dentro.

Para vos, yo te idealizaba, y por mi lado, lo único que te pedía es que seas mi compañero.

Terminamos de merendar y optamos por seguir conversando en mi casa, yo tenía bastante frío.

Nos sentamos en mi cama y lloramos juntos, y mucho. 

Cortaste el silencio con un: -perdón gordi, hasta acá llegué.- y yo no conocía el dolor de corazón justo hasta ese momento.

Después de un par de pedidos, los típicos de recién cortados, unos cuantos abrazos y sin querer dejarnos ir, agarraste tus cosas, te abrí la puerta.


Dos horas después de que te vayas, me bajó completamente la presión. Creo que el cuerpo manifiesta mucho y el mio lo hizo.

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Tres días después te escribí, no recuerdo porque lo hice. Seguramente te extrañaba.

Creo que no es necesario mencionar lo difícil que es trabajar a 5 cuadras de tu casa y seguir el día a día sin vos.

Te escribí nobien salí de trabajar, esperando el colectivo, eran las 22:05 aprox.

-Estás despierto?-

No se porque lo hice, se que manejamos horarios muy distintos. Te levantas todos los días 5am y te dormis muy temprano, pero intuía que estabas despierto (o quería pensar que me ibas a contestar), claramente mi intuición falló.

Me respondiste el día siguiente, mientras volvía de la facu e iba directo al laburo.

Ese dia hablamos bastante, me preguntaste como estaba y si quería ver a Khala, obviamente que yo quería, pero me parecía muy temprano para volver a vernos.

Te hice una pregunta medio rara para lo que venía pasando, pero necesitaba hacerla: ¿Hacemos algo para mi cumpleaños o preferís que no?


Dos fueron las cosas de las que mas me dolieron cuando terminamos:

1 que la semana que cortamos me tocaba rendir dos parciales y solo pensar en lo imposible que se me iba a hacer sentarme a estudiar e ignorar todo lo me pasaba, y efectivamente lo fue, no pude sentarme ni dos minutos seguidos en casa porque automáticamente se me nublaban los ojos de lágrimas y no podía dejar de pensar en vos. Mi única salida fue estudiar en los ratitos libres del laburo.

2 la semana siguiente era mi cumpleaños, y sé que a vos te dio mucha culpa terminar una semana antes y lo que te dolió pero también entendí que el momento de cortar fue ese y no otro, y que no podíamos seguir posponiendo algo que teníamos pendiente.


En fin, me dijiste que si y me preguntaste a donde ir, a lo que yo te respondí que abrieron el barcito cerca de casa, el de Yrigoyen, tu respuesta fue: -vamos de una, lo queríamos conocer hace bastante-.

Y sí, lo sé, pero me dolía ir a lugares que queríamos conocer juntos, separados.

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Te volví a escribir dos días antes de mi cumpleaños, era sábado y yo tenía que pasar por el laburo a buscar unas cosas.

Hace una semana que cortamos y yo te pregunté si podía ver a Khala, me dijiste que si.

Inauguramos un nuevo lugarcito para los 3, Khala ama correr por ahí y nosotros nos quedamos sentados charlando. Después de hablar un poco me resonó en la cabeza una pregunta que me hiciste: ¿no te sentís más liviana, no sentís que ya no tenes el peso de la relación?

Me dolió que le llames peso a todo lo que estábamos viviendo. En parte tienes razón, se volvió un poco pesado, pero yo no diría que fue la relación lo que se volvió pesado.

Ese día te miré a los ojos (con lo que sabes que me cuesta mirarte a los ojos) y te quise besar con muchas ganas. No lo dudé, y vos tampoco, nos besamos mucho.

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Es 4 de julio, finalmente mi cumpleaños.

Me escribiste temprano, un mensaje medio seco pero lo esperaba mucho.

De hecho me escribió más temprano tu mama y eso me causo gracia, y ternura por supuesto.

Quedamos en merendar, en tomar algo en el barcito que queriamos conocer hace bastante. Terminé de almorzar con mis amigas y por algún motivo se me pasó volando y ya era la hora de verte.

Me regalaste unas fresias blancas y una cajita de frutilla. Y aunque sabes que son dos cosas que me gustan mucho, debo reconocer que esperaba un poco más de tu parte, y no me refiero a lo material.


Después de tomar una birra, nos sentamos en nuestro rincón de siempre, a unas cuadras de casa. Veníamos hablando sobre dormir juntos, y vos sabias muy bien que yo quería despertarme o irme a dormir con vos el dia de mi cumpleños, esa era de las pocas cosas planeadas que tenía para mi cumple.

Comentario va, comentario viene, quedamos finalmente en dormir juntos.

Después de que se vayan todos mis hermanos y familia, llegaste. Nos bañamos juntos, nos acostamos y dormimos.

Al día siguiente, nos levantamos muy temprano como siempre y te fuiste a trabajar.


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Me escribiste unos días después para ir a cenar a la parrilla cerca de tu casa.

Salí del laburo, nos encontramos en la esquina y cenamos. Lo raro de todas las veces que nos vimos es que justamente, no era raro nada. Las conversaciones y los tratos eran siempre los mismos.

Me invitaste a dormir con vos, accedi.

De las partes más difíciles vino ese día.

Acostados te pregunté si podíamos hablar. Me salió tan de adentro explicarte lo difícil que se me estaba haciendo que nos veamos tan seguido. Sentía que las cosas no habían cambiado, nos veíamos los fines de semana y algún que otro día de semana en el medio, igual que en la relación y a mi, no me daba el tiempo físico ni mental para hacer el duelo que necesitábamos.

Creo que lo venía pensando hace días. Me costó mucho entender que me dejaste de elegir como novios, compañeros y pareja, pero mas me dolia que quieras seguir haciendo planes, al igual que lo veníamos haciendo. 

De hecho me resulta extraño todo, y me pregunto ¿Cómo nos tratamos? ¿Cómo trato a una persona que amo pero me dejó de elegir?


Ayer leí un tweet que decía: ¿idealizaste a la persona o simplemente esperabas sentido común y decencia humana de su parte? 

Y así es, yo no esperaba mucho de vos, no esperaba que dejes de hacer tus cosas para estar conmigo, sino justamente que me incluyas en tus planes y que me hagas parte de tus cosas.

Nunca esperé mucho de vos, sabiendo que me rompiste algunos años anteriores, mis expectativas bajaron.

O eso creía hasta que volvió el amor y fuimos una montaña rusa.

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13/07

Hoy te quise hablar de vuelta. Es miércoles a las 00:50 y me duelen un poco las cosas.

Hoy hable mucho de vos, así como otros días, pero particularmente no de las mejores formas.

Encontré que en la tan linda y sana relación que teníamos no era todo tan así.

Y que minimice bastantes cosas que hoy, un poquito más lejos (todavía no puedo despegarme del todo) puedo notar.

No te puedo odiar, nunca te voy a odiar y ni siquiera tengo los motivos para hacerlo.

Me duele que no me elijas, pero agradezco que me lo hayas podido decir.


Ojalá nuestro amor durara tanto como las fresias blancas que me regalaste para mi cumpleaños.

Hace más de una semana que están intactas, y por alguna extraña razón parece que le faltan varios temporales para marchitarse.

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No tarde mucho en escribirte de nuevo. 

El jueves te volví a escribir para hacerte una pregunta. Mi idea era que los domingos que juegues partido, puedas traer a Khala a casa así pasabamos tiempo juntas.

Quedamos en hablar el domingo.

El viernes te escribí de vuelta.

Por alguna extraña razón te necesité ese día. Te pregunté si estabas en tu casa y me dijiste que no.

Que día de mierda que fue ese, estaba en el laburo y realmente no la estaba pasando bien, necesitaba un abrazo tuyo pero no te lo conté.


Pasamos de hablar en una semana entera a hablar todos los días.

El sábado me escribiste vos y el domingo nos vimos de vuelta. 

Siempre la misma excusa pedorra de "veo a Khala un ratito" y si, si la veo porque la amo y extraño pasar tiempo juntos los 3, pero también es mi excusa para verte un poquito más, y creo que igual te pasa a vos.

El domingo te ofreciste llevarme a casa en auto y yo no quería, o si quería pero tenía miedo de que pasen cosas otra vez.

Te prendiste un porro como de costumbre y los dos teníamos ganas de comer aros de cebolla y pasear un rato en auto por panamericana como hacíamos a veces.


De los momentos que más extraño en lo cotidiano, y particularmente los domingos, son los viajecitos en auto. Siempre con alguna excusa de ir al súper o buscarme por casa, pero que lindo era estar tan en la nuestra, vos manejando, yo de copiloto y la música al palo.

En fin, retomando, pasamos por un burguer y compraste unos aros grandes y una gaseosa para llevar.

Ahí me agarraron nauseas, ya venía con dolor de cabeza, y aunque siempre precavida llevo ibuprofeno en la cartera, ese día no llevé.

Las náuseas fueron cada vez más grandes, te pedí que pares y no te dejé estacionar que vomité toda la puerta del auto, hacia afuera obviamente.

Te pedí disculpas, y vos sin dudarlo me llevaste a la farmacia a comprar unos medicamentos y carilinas.

Me llevaste a casa, pues no podía más, y te tiré un comentario, no tenía intenciones de que algo pasara pero pasó.

-que frio- dije yo, -que ganas de dormir calentita y abrazadita-

Me esperás? Me dijiste vos -agarro las cosas para el laburo y vuelvo-.

Dudé, obvio que dudé pero te dije que sí.

Llegaste a casa más tarde, y nos acostamos a dormir. Obvio que pasaron cosas, es imposible, a tan poco de cortar, que no haya más ganas, que no haya más amor.

Dormimos abrazados, como siempre.

A la mañana, nos despertaron fácil, 5 alarmas, vos no te querías ir y yo no quería que te vayas.

Siempre me costó despertarme a las 5am para que te vayas a trabajar, pero como disfrutaba pasar la noche juntos abrazados.

Esa mañana, por unos minutos sentí que nada cambió, te despertaste, me desperté y nos besamos, te abrí la puerta, te fuiste y dormí un poquito más.

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El jueves laburé a la mañana, llegue a las 16hs a casa y al ratito me escribiste, me preguntaste si quería ver a Khala y nos vimos un rato.

Jugamos un montón.

Fumamos uno juntos, dejamos a Khala y me acompañaste a la parada.

Me hizo muy bien verlos ese día, necesitaba descontracturar un poco porque había tenido un día bastante choto.

Me dijiste de hacer algo justo, tomar una birra o algo así. 

Ese día no tenía muchas ganas. En realidad si, pero estoy aprendiendo a decirte que no.

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Te extraño mucho. Y no especialmente hay que estar mal para extrañar, pero a veces pasas por mi cabeza como una estrella fugaz, pero con la diferencia de que tu recuerdo se queda. Extraño mucho estar a tu lado, extraño cuando venias a casa y dormíamos la siesta, o simplemente mirabamos una película. Extraño cuando sacabamos a pasear a los perros, cuando iba a tu casa a cenar con tu familia y me querian y trataban como una mas de la familia, eso si que lo extraño. Extraño tu risa cómplice, las millones que había entre nosotros, extraño que me cocinaras mis comidas favoritas, especialmente los domingos de asado, donde yo era tu compañera infaltable con música y picada. Pero sobre todo extraño los planes que teníamos a futuro, y que deseaba con todo mi corazón que se cumplan. Hasta extraño nuestras peleas que duraban 20 minutos y después nos arreglábamos. En realidad te extraño mucho porque aunque estuviéramos mal, yo te miraba a los ojos y sabía que estaba en casa. 

Así es, te extraño con locura, pero extrañar no significa querer volver.


El otro dia, lei algo que me hizo acordar a vos y a mi, y a todo esto que nos esta pasando. En fin, lei lo siguiente:


El amor, lo más lindo y feo del mundo. Te puede hacer sentir que lo tenés todo y al mismo tiempo nada, te puede hacer amar y odiar, reír, llorar, cantar o gritar. El amor te llena y te deja vacía, te hace sentir que lo podés todo, hasta lo más inalcanzable, hasta que de pronto es el que te lo saca todo, no un poquito, todo, y ahí no lo podes nada.

El amor es tristeza, soledad, el amor permanece y creo que eso es lo peor, te da esperanzas y después es el mismo amor quien te las arrebata. 

El amor es confiar y que a veces te lleves la decepción más grande de tu vida, o al reves, causar una gran decepción que de a poco te va destruyendo. Entonces no entiendo, ¿El amor es bueno o no? Amor, amar, amarte, todavía no se, pero igual elijo creer en él y arriesgarme una y otra vez, reír una y otra vez y al mismo tiempo llorar una y otra vez. El amor duele y sana a la vez.


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Hace un mes que no estamos más juntos, de novios.

Pienso constantemente que será de nosotros, de nuestro vínculo, de nuestro amor.


Hoy es 25, hace exactamente un mes que cortamos. Y no pienso hablar más de vos. o por lo menos, en esta crónica. 

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